Guatón Loyola | Vino Gato
 
 

Guatón Loyola

 
 

Esta es una de las versiones de la historia del famoso Guatón Loyola.

Se remonta a los años cuarenta en el rodeo de Los Andes, cuando Chile aún era pueblo de acequias abastecidas por un canal que también regaba los potreros de la Feria, lugar donde se remataba el ganado traído desde el otro lado de la cordillera.

A este remate venía siempre el Guatón Loyola porque vivía del negocio de los animales. Simpático, bonachón, vividor, dicharachero y enamorado como el solo, era el Guatón Loyola que luego de terminar sus negocios se pinteaba como un futre: pantalón de fantasía a rayas, camisa cuadrille, chaqueta blanca cortita, sombrero de paño y zapatos negros se dirigía a pasarlo bien a sus picadas.

Un día coincidió con el Rodeo de Los Andes y sin pensarlo dos veces se fue directo donde vendían los boletos y entró Loyola a la Medialuna para disfrutar del conocido Rodeo de Los Andes.

Las ramadas a un costado de la Medialuna lucían engalanadas con la tricolor y guirnaldas, el techo con ramas de sauce y quinchas de hinojo, recién brotados. Loyola se sentó. Empezaron a salir de la manga unos novillos negros, bravos y lobos, de inmediato la pareja de huasos estaban encima de la bestia para amortiguarla.

La puerta abría y sale el animal a la cancha y… ¡a correr se ha dicho!… mientras tanto también corrían las bandejas, pero con chicha de Zelaya por las galerías.

El ocaso del día invitaba a disfrutar la buena noche con un sabroso asado con hueso. Las ramadas estaban llenas de parroquianos venidos de todas partes del valle hasta unos santiaguinos habían llegado a la fiesta del Rodeo de Los Andes. Allí Loyola disfrutaba con las tallas entre chicha y chicha, mientras la comadre Lola en la cocina sacaba a punto las criollas y ricas empanadas caldeas del horno de barro.

La fiesta entre cuecas y chicha estaba que ardía y el Guatón ya entonado compartía. Pero llamó su atención una dama que hace rato cortejaba, de belleza nativa, la mujer se levantó y muchos piropos de los afuerinos que hasta sonrojarla se escucharon. Cosa que al guatón Loyola molestó.
Un santiaguino la abordó y el guatón raudamente se levantó para el honor de la dama defender. Sin mediar espera, se trenzaron a combos en plena fiesta, las cantoras siguieron su canto, saltaban los vasos, los jarros y el comistrajo; peleaban como perros en, las empanadas volaban por entre las ramas. Los puñetazos iban en todas las direcciones y los combos locos que se perdían los recibía el Guatón Loyola. Sin embargo su entereza no disminuía, pero por más empeño que le ponía lo dejaron como cacerola al Guatón Loyola.

Tan grande fue la pelea que traspasó los límites del valle y en Los Andes todo el mundo hablaba de ella.

Llegó por aquellas tierras el Flaco Gálvez que a Buenos Aires se dirigía, pero en los Andes tuvo que quedarse a pernoctar para esperar la combinación con el tren trasandino. Fue en esa espera que se enteró de la pelea del Guatón Loyola.

Le impresionó lo impactado que estaba el pueblo con ella y empezó a registrar sus pormenores en unas servilletas de papel. Después la hizo canción y le puso música. De regreso ubicó a sus amigos y les comentó ¡tengo una cueca que les calza justo a ustedes! El Flaco y el Chico la interpretaron y casi sin saber la cueca prendió como por arte de magia y se empezó a cantar en todos los rodeos. La agarraron como un himno y se metió en la mente de la gente hasta convertirse en leyenda que inmortalizo al Guatón Loyola.

 

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COMENTARIOS





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Angel Zúñiga
19 Jul, 2015

Muy buena la historia, siempre quise saber de donde venia eso del guaton Loyola, quiero enterarme de la historia y costumbres de Chile, ya que soy nacido en Chile, pero criado en otro país y residente de otro país, no conozco nada de lo que es mi país, por eso que me gustaría conocer más de lo que es un hermoso país

 
 
 
 
 
 

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