La Piojera
De ésta nadie se salva.
El único lugar donde el cliente nunca tiene la razón y en donde todos somos iguales. Miles de compipas peregrinan año a año a la gran meca del pipeño, perniles y terremotos.
Esta picá es, sin duda, la estación fundamental y el paradigma para reconocer la forma en que se actualizan más genuina y alegremente los vínculos populares. Un lugar de eternos brindis, conversaciones junto al sabor de sabrosas pichangas, y una fraternidad a toda prueba, donde no existen diferencias. En la Piojera, somos todos iguales.
En el año 1916 el local fue adquirido por la familia Benedetti, su nombre original ha oscilado entre varios: Santiago Antiguo o el Bar Democrático, han sido algunos de ellos. Según las propias palabras de Hubert Bernatz, su actual dueño y patriarca de la tercera generación de los fundadores, la leyenda cuenta que “había una ceremonia de Investigaciones, entonces el director le dice al presidente de entonces, Alessandri Palma, que le va a mostrar una picada donde va el pueblo para que la conociera. Lo trae para acá el año 1922, y al llegar exclamó “¿Y a esta “piojera” me trajeron?’ Así, el 81 dije, es una tontera seguir renegando, el negocio es conocido como La Piojera en todos lados, en todo Chile la ubican así. Entonces puse el letrero en el frontis y creo que le achunté”.
Todos ellos contribuyeron a crear el ambiente mágico que tiene este lugar, citando entre sus paredes a abogados bien vestidos, universitarios y por supuesto a los guachacas más duros que pasan a tomarse una cañita. Son miles los santiaguinos que han reído y se han enamorado, bajo quizás el único parrón que hay en el centro de Santiago.